Leyenda

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VEREDA PIJAOS

PANORAMA


Esta vereda presenta un área aproximada de 1528 Has. De las cuales 95,5 % están dedicadas a cultivos y pradera, siendo 55,5 % para cultivos y 35,5% para praderas aproximadamente. En su paisaje la vereda de Pijaos, se pueden distinguir dos aspectos predominantes, el primero comprende la parte baja de la vereda el cual está constituido por amplias zonas de cultivos de papa, arveja, y maíz combinadas con extensos sectores de pastoreo.

La vegetación nativa corresponde a matorrales altoandinos en estado sucesional que ocupa un área aproximada de 8% de la vereda en límite con la reserva forestal el Marmol de Tunja. En este sector afloran varios puntos de agua la cual es utilizada para el consumo humano y producción agrícola y pecuaria.

Los suelos en la vereda presentan tendencia francos de color oscuro en su gran mayoría con un horizonte A de más de 35 centímetros de profundidad, con pH de tendencia ácida.

La vereda se encuentra cruzada por varias carreteras las que se orientan en diversos sentidos. Desde Pijaos, se pueden acceder fácilmente a todos las demás veredas, al centro urbano y a municipios cercanos como Tunja y Samacá.

LIMITES

Ubicada en el extremo suroriental de Cucaita, limita por el oriente con el municipio de Tunja, por el norte con el municipio de Tunja y vereda Escalones, Lluviosos y Chipacatá; por el sur y el occidente con el municipio de Samacá.

SITIOS DE INTERÉS.
INSTITUCIÓN EDUCATIVA TÉCNICA PIJAOS


RESERVA FORESTAL EL MARMOL

CAPILLA

Una hermosa capilla en forma de emita se levanta frente a una plazoleta, rodeada por las edificaciones de la escuela, hoy colegio y algunas casas de vecinos. Esta capilla originariamente es muy pequeña, fue levantada en ladrillo y techo de paja, luego se remodeló y se amplió. Es el centro de reuniones sociales y religiosas. 

EMBALSE PIJAOS


Esta estructura es la primera fuente de abastecimiento del acueducto principal. En el área aledaña se observa restauración con plantas de aliso, laurel, cedros, sin embargo se aconseja la siembra de diverso material vegetal que permita fortalecer y proteger la protección del ecosistema, la estructura y por supuesto del recurso hídrico.

LEYENDA DE LA PEÑA NEGRA

La Peña Negra (porque aquí la vio negra Bolívar) o la Peña de los Andes, inspira admiración o esperanza; permanentemente se viste de negro, de azul, rojo, bronce, oro o carmesí según los destellos que la alumbra. Es negra cuando las nubes esta cuajadas de lluvia y desean descargarle le necesario baño; se pone azul cuando los cielos están claros y ella se yergue sin más ropaje que sus verdes montes; se viste o gama de amarillos cuando el sol con sus arreboles la pinta de fulgentes tintes y se cubre de blanco cuando las nubes la cobijan con vellones extendidos, y cuando el naciente besa su corona hoy ya casi calva se observar prodigiosos destellos que aparecen aureola de santo. La peña el estilo de la laguna de Iguaque se embruja y atemoriza. Cuando el hacha le hiere sus extrañas se enfurece cuando alguien desea penetrar en sus ropajes después de las siete de la noche precipita torrenciales aguaceros o expande su espeso manto de neblina que la hace impenetrable. Cuando los saqueadores de la naturaleza llegan a la cumbre ella se enfada y se cubre de niebla se enmontera y el frio intenso obliga a las gentes a guarecerse con ropas abrigadas. Una vez los vecinos vieron posarse sobre su corona un objeto extraterrestre que le llevó un tesoro que había en las hendijas de la peña. Otros comentan que desde Chiquinquirá se divisa un reloj de oro que solamente se ilumina en noches claras de menguante. Hace unos años sobre el filo la cresta se colocó una piedra legendaria con dos placas y dos escudos para rendir homenaje a Bolívar cuyos infantes pasaron ocultos bajo sus tupidos ramales en la mañana del sábado 7 de agosto de 1819 para sorprender a las huestes enemigas, en el Puente libertario.